Lecciones sobre el fracaso

LECCIONES SOBRE EL FRACASO

Por Lena O.

Su estilo, su carisma y su capacidad para convertir incluso los personajes más discretos en figuras inolvidables, han consolidado a Michael Caine como un icono del cine. Lo que tal vez no todos sepan es que, como cualquier actor, Caine también ha tenido sus tropiezos. Uno de los más memorables ocurrió cuando tenía… bueno, una sola línea. En su libro Actuar en cine (Acting in Film), Caine nos permite ver ese lado humano y lleno de humor en su carrera, mientras comparte útiles consejos en una conversación sincera sobre lo que realmente significa actuar en la pantalla grande, con sus dulces glorias y sus gloriosos fracasos.

Una de las anécdotas más deliciosas que comparte Caine en su libro es que en sus primeros días como actor, antes de ser Sir Michael Caine, fue contratado como figurante en una película. Todo lo que tenía que hacer era montar a caballo, decir una línea y… ¡listo! Nada más sencillo, ¿verdad? Pues bien, aquella simple escena se convirtió en una prueba de fuego.

Ahí estaba Caine, montado en un caballo, con la cámara lista y el director esperando. La escena comenzaba, y él, nervioso pero determinado, abre la boca para decir su única línea… y en lugar de pronunciarla con esa elegancia que luego lo caracterizaría, la olvidó. Sí, la olvidó. En ese instante se quedó congelado, montado sobre un caballo, sin recordar la frase que tenía que decir. En el momento que debería haber sido su gran debut, el caballo, cansado de la pausa incómoda, dio media vuelta y se marchó. Esto sucedió durante tres tomas, con el consiguiente despliegue de regresar al caballo a lo alto de la montaña y bajar para la frase de Caine. El director de la película montó en cólera y le dijo que no trabajaría nunca más -Caine hace una nota al margen para comentar que las personas que dicen eso suelen ser las que no trabajan más-. La escena quedó en un limbo cómico, y Caine, humillado, vio su gran oportunidad desvanecerse. ¿Pero qué es la oportunidad salvo la posibilidad de acción e intención que uno se brinda? El payaso conecta gracias a su “flop”; es decir, gracias a la aceptación de su fracaso, y es desde ahí desde donde arranca la risa al público. Hasta los grandes fallan, y fallan en grande. Caine podría haberse quedado paralizado por la vergüenza de ese momento, y en lugar de eso, abrazó el aprendizaje y siguió adelante. Si un futuro ganador del Oscar puede olvidar una línea mientras está montado a caballo, ¿qué es lo peor que puede pasarte a ti? Este es el tipo de perspectiva que hoy te invito a tener: la actuación, como la vida, es una serie de momentos imperfectos que, cuando se manejan con humor y gracia, nos hacen crecer.

No busques ser perfecta, busca ser presente. En un medio como el cine, hay una tentación natural de buscar la perfección en cada línea, en cada gesto. Pero Caine recuerda que la grandeza no está en la perfección técnica, sino en la autenticidad. No se trata sólo de aprenderse las líneas o marcar los movimientos con precisión, sino de estar verdaderamente vivo en el momento. La cámara no miente, y lo que más capta no son las técnicas ensayadas, sino la verdad que un actor es capaz de transmitir en una fracción de segundo. Y, a veces, esa verdad surge de la imperfección. El cine es un medio íntimo y, a veces, todo lo que necesitas es un pequeño movimiento de ojos, un susurro apenas perceptible, para transmitir una emoción poderosa. “Si puedes dominar lo pequeño, puedes dominar lo grande».

Para ser un gran actor -y una gran persona-, es esencial no tomarse demasiado en serio, lo cual es también un arte. La vida está llena de momentos absurdos, y la actuación, que no deja de ser un reflejo de la vida, también lo está. Caine nos invita a abrazar lo ridículo, lo inesperado, a dejar espacio para la espontaneidad y, sobre todo, a no tener miedo de fallar. La actuación, como la vida, está llena de errores, de momentos en que el caballo decide llevarse la escena. Y eso está bien. La clave del éxito no está en la perfección, sino en la capacidad de reírnos de nuestros tropiezos, aprender de ellos y seguir cabalgando hacia la próxima oportunidad.